Por Dr. Raúl García Miranda | M.V.Z. Luis Arturo García Domínguez | M.V.Z. Beatriz Figueroa Andrade | TRIACA
Decía don Chago, “¡cuánta la calor!” Esto decía mi amigo albañil hace como 30 años. Y desde entonces cuánta razón tenía. El calor, la calor, o como se diga correctamente está fuertísimo(a). Debido al calorón, se hace especialmente agradable estar a la sombra de un árbol, que es mucho más agradable que la sombra de un techo de material de construcción. El techo se calienta con el sol e irradia el calor de tal manera que estás a la sombra, pero el calor sigue y además es un calor “sofocón”. Es decir, es un calor desagradable con muy baja humedad relativa (al menos en León) así es que sudas mucho y acabas todo mojado de tu propio sudor.
Debido a esto, la última convocatoria para la junta ordinaria de la Academia de la Lengua Humana y Canina de Pénjamo con sede en León decía que sería debajo de un árbol Colorín Majahua. Es un árbol que no es original del Bajío, pero que llegó a estas regiones hace como treinta años y se aclimató muy bien, así es que ahora es un árbol común, que debido a sus hojas grandes y a que es frondoso, da una sombra espectacular.
Como toda sombra de árbol, esta sombra no irradia calor, el calor se lo queda el árbol, así es que debajo de la sombra de un árbol, realmente mejora la temperatura ambiente y se vuelve un lugar muy agradable. Como los perros y yo estamos muy acalorados en esta época, pues allí hicimos la junta.
Había un tema relevante, nuestra participación periódica en el zoológico de la ciudad de León, en al área denominada perro parque, con exhibiciones culturales, ecológicas, etológicas, de entrenamiento y de diversión. Todo transcurría sin problema, el tema era tratado en forma seria por los que acudimos, los siete perros de la manada: Vivo, el Malinois; Lola, también Malinois; Lana, la Border Colli; Zam, la Fox Terrier; Canela, la Labrador; y Genoveva y Nico, perros criollos rescatados. Agregue usted a tres humanos, mi hija Bety, mi hijo Luis -ambos veterinarios especialistas- y yo, Raúl. Los acuerdos salieron fácil, tenemos ya muchos años haciendo esto, así es que la logística se nos facilita.
Lo interesante pasó cuando llegamos al final de la junta, al punto de asuntos varios. Creí que nadie tendría un asunto más, pero me equivoqué, Lana levantó la pata pidiendo la palabra. Poco a poco ella ha ido sustituyendo a mi amigo el Resortín, un Pastor de Shettland que era un perro sabio y murió hace unos años. Obviamente le dimos la palabra. Nos sorprendió lo que dijo.
Lana empezó a hablar: <<Hace un año en la Feria Internacional del libro de nuestra ciudad, ustedes humanos presentaron unas conferencias. Una de ellas se llamó: La palabra hablada y la palabra ladrada. El próximo mes es la Feria del libro en nuestra ciudad y quiero ir. Entonces quiero que me digan quién me va a llevar y cuándo, porque necesito preparar lo necesario para asistir y contactar a quienes son de mi interés>>.
¡Pácatelas! pensé yo, pos a ésta ¿qué mosca le picó? Entonces le contesté: “A ver, a ver Lana, explícame un poco más. Si quieres ir no hay problema, yo te llevo, pero cómo está eso de que necesitas preparar lo necesario para contactar a quienes son de tu interés. ¿A qué te refieres?, ¿de qué estás hablando?”
La perra contestó: <<voy a ir a la Feria del Libro a buscar hablar con algún editor que se interese en publicar un libro escrito por mí, es decir un libro escrito por un perro o mejor dicho escrito por una perra>>.
Lo primero que pasó por mi mente fue la pregunta ¿Puede un perro escribir un libro? Al preguntarme a mí mismo, debía contestar yo mismo. Sin embargo, no pude responderme. Lo siguiente que pasó por mi mente fue que necesitaba un poco más de información. Necesitaba que la perra me explicara un poco más. Lana no es una perra que haga bromas y menos en público. Ella es extrovertida, juguetona y traviesa en la casa, en su territorio. Cuando la sacamos de su territorio a donde quiera que sea, se apaga y busca estar siempre cerca de mi esposa Paty -quien la consiente mucho- o de mí. Le cuesta ser sociable. No le gustan los extraños: ni perros ni personas. En las exhibiciones de Triaca, Perros entrenados para el alto rendimiento, siempre necesito primero preguntarle si quiere participar en algo y sólo que me diga que sí, lo hace. Si me dice que no, no la obligo. Para mí era muy extraño que la perra quisiera por su voluntad abandonar su territorio e ir a hablar con humanos que no conoce.
Entonces le dije a la perra: “A ver Lana, explícame. ¿Cómo está lo del libro? ¿Estás escribiendo un libro?>> La perra contestó: <<Sí, lo estoy escribiendo. Hago borradores manuscritos y luego poco a poco los voy pasando a computadora. Ciertamente he batallado últimamente para pasarlos a computadora, con eso de que Anita (mi nieta) le ha dado por hacernos manicure y pintarnos las uñas, a veces no puedo teclear bien. Sin embargo, podría decir que ya llevo la mitad del libro>>.
¡Órale! pensé. Volví a cuestionar a la perra: “¿De qué se trata el libro?, ¿cuál es el tema?” La perra contestó: <<En realidad es una recopilación de los escritos que dejó el Resortín antes de morir. Yo sólo he agregado un poco a los textos y cuando lo hago menciono cuáles son las partes agregadas por mí y cuáles son las partes originales del Resortín>>.
“Bueno, está bien”, contesté. Por mi cabeza pasaba la idea que, si eran escritos del Resortín, el Shettland sabio, seguro serían buenos. Le dije a la perra: “Necesitas considerar que lo que quieres hacer no es algo habitual. Existe un género literario que se llama: Fábula. En las fábulas los animales hablan. Sin embargo, para las personas, es decir los humanos, las fábulas son producto de la imaginación de un humano. La inmensa mayoría de los humanos creen de manera absoluta que los animales no hablan>>.
“Ciertamente, acaba de pasar en marzo el Festival Internacional de Caballo en León y ahí presentaron a un “susurrador” de caballos, es decir alguien que habla con los caballos. A este Festival de caballos fue muchísima gente, pero ¿sabes cuántos fuimos a ver al “susurrador”? muy muy poquitos. De hecho, la mitad de esos muy muy poquitos iban pasando, no habían ido específicamente a verlo. Los humanos no creen que los animales hablen. Te imaginas lo que van a decir cuando les expliquemos que no sólo hablan, sino que también son capaces de escribir a mano y en computadora. No se van a reír de nosotros, ni tampoco se van a enojar, van a creer que estamos locos”.
<<Por eso -dijo la perra-, que uno de ustedes humanos de mi manada, me lleve. Yo voy a hablar con ustedes y ustedes irán diciendo lo que yo les diga, los humanos creerán que son ustedes otros humanos los que están hablando. Si alguien se interesa en el libro, que se publique y en la introducción o en el prólogo mencionamos que es un libro que realmente escribió un perro, que recopiló una perra y que ellos son los autores, así de simple. Si los humanos lo creen o no lo creen ¡No importa! Nosotros sabemos la verdad y eso sí importa. Como dices tú Raúl ¿Cómo la beis bol?>>
La verdad es que la perra me dejó pensando y no encontraba lo que era correcto. Sin embargo, me quedaba claro que lo que la perra quería era posible. Al no importar si los humanos lo creían o no, el hecho de que un perro escribiera un libro era posible. “Está bien -contesté-, hagámoslo, cuenta conmigo. Será el primer libro escrito por un animal, aunque nadie sepa”.
<<¡No, claro que no!>> enfatizó la perra. Ya hay libros escritos por animales, no sólo inspirados por animales, escritos por ellos. Tal vez en algunos de ellos el humano fue el amanuense (quien lo escribió según el dictado que escuchó del autor) pero ya existen libros escritos por animales. ¿Por qué crees que sólo los humanos pueden hablar y escribir? Llevas años con tu dichosa Academia de la lengua humana y canina de Pénjamo con sede en León y aún no nos crees capaces de escribir. ¿Tú crees que la creación hecha por Dios o por la naturaleza, sólo tenía en mente a los humanos? ¿Crees que todas las demás criaturas que existimos en la naturaleza o en la creación no valemos, no estamos y no somos? Yo conozco, -continuó la perra-, algunos libros con autoría animal probada; sé de un libro que escribió una ballena, sé de un libro que escribió un lobo, sé de un libro que escribió un caballo y a los humanos les gustan y hasta los tienen como clásicos de la literatura>>.
“¡Está bien!, ¡está bien!”, le dije. “Cuenta conmigo. Lo vamos a hacer. Un perro sí puede escribir un libro y lo vamos a hacer. A cambio de mi ayuda dime: cuáles libros son los que escribió una ballena, un lobo y un caballo”. <<¡No, eso no te lo voy a decir! Investígalo. Pero te voy a ayudar, son libros que los humanos leen en la secundaria y en la preparatoria. No los leen ni en primaria ni en profesional. En primaria aún están los humanos muy pequeños y en profesional se creen adultos y dejan de creer en las maravillas que conocieron en las clases de literatura de la secundaria y la preparatoria>>.
Caramba: un perro sí puede escribir un libro.
Comments