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Miroslava, Hui y su legado: Dignificar a personas con discapacidad psicosocial


Por María Concepción Hernández Gaitán

OLIVITA DE MÉXICO


Hola, amigos lectores. Les saludo con la alegría de estar nuevamente con ustedes y participarles otra real y conmovedora historia de amor entre Miroslava Cisne Chávez y Hui, su fiel e inseparable perro de asistencia, un hermoso y elegante can de la raza Shih Tzu, color blanco con orejitas negras, quien la cuidó y apoyó durante cuatro intensos años, viviendo juntos únicas e inolvidables experiencias.

Hui, el fiel e incondicional amigo de Miroslava, nació el 19 de septiembre de 2012 y ascendió a otro plano el 3 de mayo de 2020. Cual sea el sitio donde se encuentre, doy gracias a Hui, este ser excepcional, por permitirme divulgar su legado, enalteciendo su gran misión de aprendizaje y enseñanza durante su estancia aquí en el planeta Tierra. Sirva entonces el presente artículo para dar testimonio del amor que une eternamente a este ejemplar binomio usuario-perro de asistencia.

Miroslava, pieza esencial de este binomio, nació en la Ciudad de México el 18 de diciembre, hermoso y frío sábado invernal de 1971. Es hija única y desde niña fue muy feliz, inquieta y sobresaliente en todas las actividades que se le presentaran en su vida. Es licenciada y maestra en Derecho por la Universidad Tecnológica de México (UNITEC). Cuenta con innumerables diplomados y especialidades en diversos e interesantes temas de actualidad, que ha cursado en distinguidas instituciones como la UNAM y el ITAM, por mencionar sólo algunas.

Una de sus especialidades es “la propiedad intelectual”, tema en el que ha trabajado por más de 20 años. Es una mujer sumamente inteligente y productiva que constantemente está en búsqueda de conocimiento, además de dominar perfectamente los idiomas alemán e inglés. Aunado a su brillante trayectoria profesional, la caracteriza su gran sensibilidad y lucha incansable por la igualdad, inclusión y los derechos humanos de los grupos que en México sufren de discriminación, sobresaliendo las personas con discapacidad psicosocial y usuarias de perros de asistencia.


Desde que Miroslava se convirtió en usuaria de estos increíbles canes, ha sufrido en carne propia la indiferencia social, la falta de educación que se traduce en maltrato y violencia ante lo desconocido; por lo que se ha convertido en una aguerrida activista cuyo objetivo es difundir que los perros de asistencia no apoyan únicamente a las personas ciegas, sino que también son adiestrados para auxiliar a quienes padecen alguna discapacidad no visible, pero palpable.

Este es el caso de Miroslava, diagnosticada con discapacidad psicosocial, enfermedad poco conocida y que consiste en la limitación de las personas que presentan disfunciones temporales o permanentes de la mente para realizar una o más actividades cotidianas. Pueden manifestar cuadros de severa depresión, trastorno de ansiedad, psicosis y otra serie de síntomas muchas veces incomprendidos por la sociedad.

Asimismo, las personas diagnosticadas, como Miroslava, con este tipo de trastorno mental, aun cuando están controladas por su médico Psiquiatra, se enfrentan al estigma, discriminación y exclusión social, aumentando los problemas cuando deciden acompañarse de un perro de asistencia, que les apoye a superar las limitaciones propias de su discapacidad y las barreras del entorno; un perro preparado especialmente para detectar a tiempo una crisis de ansiedad o de pánico por citar tan sólo un ejemplo.

A pesar del extraordinario trabajo que realizan estos perros para brindar cariño, compañía, seguridad, movilidad, independencia y, sobre todo, una mejor calidad de vida a sus usuarios —paradójicamente— en México el adiestramiento y las capacidades de un perro de alerta médica sigue siendo un tema estéril y de escasa difusión, originando insensibilidad e incomprensión social, lo cual se observa al momento en que se les niega el acceso a los medios de transporte, tiendas de autoservicio, entre otros importantes espacios públicos.

El panorama actual amerita reconocer la nobleza, fidelidad y entrega incondicional de estos nobles canes, y qué mejor ejemplo el de Hui, esa suave bola de pelos similar al puro e impecable algodón, distinguido ser de luz procedente del mismísimo universo, quien dio a Miroslava amor, paz, confianza y esperanza, sacándola de ese abismo en el que se encontraba para devolverla nuevamente a la vida y juntos iniciar una ardua lucha: inclusión, trato digno y libre desplazamiento de las personas con discapacidad psicosocial y usuarias de perros de asistencia.

Tarea nada fácil para este binomio, desafío aún mayor fue para Hui al hallarse en un entorno hostil. Su tamaño y raza constantemente cuestionados por la cerrazón y la estupidez de algunos; su educación y carisma, significaron la envidia de muchos. Hui, a pesar de su pequeño tamaño demostró su grandeza en momentos adversos, dando pasos firmes y agigantados en diferentes frentes. Durante sus años de trabajo como perro de alerta médica, le correspondió ser pionero de esta causa en México, lidió para abrir puertas y hacer visible las discapacidades de tipo mental, dejando una enorme huella gracias a su gran inteligencia, fuerza, valor y carisma.

Un maravilloso ángel de cuatro patitas que pasó de ser una mascota de compañía, —un hermoso perrito semejante a un peluche, un elegante caballerito— a un perro de asistencia con diversas e importantes responsabilidades. Y para los que creen en el destino, comprenderán que las vidas de Miroslava y Hui ya tenían un día y una hora determinadas para dar inicio y fin a su gran aventura. Pero ¿cómo sucedió el encuentro entre ambos personajes y por qué estaba ya escrito el apoyarse mutuamente?


Sin duda alguna, Miroslava y Hui se conocieron en momentos trascendentales de sus vidas, cuando él tenía tan sólo tres meses de edad. Ella lo rescató del maltrato y él le correspondió apoyándola en sus crisis severas de ansiedad, interactuando a tiempo y trasmitiéndole seguridad y tranquilidad. De manera prodigiosa la conectó con la vida, con el aquí y el ahora. Fue ese psicólogo que le ayudó a entender y aceptar su discapacidad.


Por si lo anterior no fuera suficiente, Hui fue también su psiquiatra canino de cabecera, siempre a su lado y listo para intervenir en los momentos más difíciles. Nunca la abandonó y estuvo con ella las 24 horas del día, durante los 365 días del año; más que un médico, más que un familiar, haciéndose presente como un verdadero y único amigo. Su actuar basado en caricias y lengüetazos representaron la mejor medicina para aliviar su dolor, miedo, sudoración, salivación y demás efectos que derivan del pánico, la ansiedad y la taquicardia.


Tuvo la suerte de presenciar constantes crisis, mismas en las que únicamente un ser como Hui pudo atender y calmar. Su amor y entrega incondicional hizo posible cambiar su estatus de un can mascota a perro de alerta médica. Por supuesto que este proceso no fue inmediato, aun cuando Hui desde pequeñito mostró habilidades innatas y un rápido aprendizaje, el cual Miroslava reforzó a través de conductas positivas.


Hui fue una mascota muy feliz, admirado por su elegante porte y educación. Siempre propio y formal. A temprana edad lo llevaban a la guardería, en donde le dieron clases de natación y enseñaron ejercicios para aprender diversos trucos, así como otros adiestramientos de confianza. Era toda una celebridad, tan bonito como un perro de peluche, de personalidad sofisticada y ojos expresivos, usaba suéter y gabardina cuando hacía mucho frío. Le encantaba nadar y no temía al mar, pues era sumamente cuidadoso y nada atrabancado. Levantaba llaves, lápices, se paraba de patas y divertía jugando con sus peluches.

Desde luego que un can como Hui gozaba del respeto y de la mejor atención: excelentes veterinarios, buena alimentación, su propio etólogo, así como su maestra de aromaterapia. Todo un equipo profesional capacitado para que desempeñara su labor dignamente. No podía ser de otra manera, ya que Hui, siempre cuidadoso, se preocupó por realizar un trabajo congruente, ético, impecable ante los ojos de su amada Miroslava.

Su aprendizaje fue avanzado a pesar de no haber en México centros de adiestramiento para este tipo de perros de asistencia. Afortunadamente contó con la valiosa intervención de Darwin Angulo, uno de los mejores adiestradores caninos de nuestro país, quien sin cuestionar, engañar e ignorarlo, contribuyó con rehabilitación y demás instrucciones para hacer de Hui un excelente perro de alerta médica, aunque también tuvo que ver el propio deseo de Hui por desarrollar habilidades de un perro de asistencia, ya que su temperamento y comportamiento intachables eran idóneos para el servicio a los demás. Hui la acompañaba al psiquiatra y cuidó toda la noche cuando en dos inviernos le dio pulmonía y ella le respondió de la misma manera cuando Hui se enfermó e incluso lastimó un hombro. Su relación se basó en el mutuo cuidado, en el dar y el recibir.

Para Miroslava fue un triunfo disfrutar de la ayuda de Hui adiestrado ya como perro de alerta médica. Ahora podían caminar juntos y abrazados, con la plena seguridad de que Hui le avisaría antes de un ataque de pánico, ayudándola a controlar ese miedo súbito. Sin embargo, se topó con un ambiente adverso: sin libre acceso, sin información veraz, sin una legislación en México que hiciera valer los derechos del binomio y lo peor, la falta de solidaridad de quienes se ostentan como conocedores del tema que, lejos de solidarizarse con los usuarios, se dedican a descalificar el esfuerzo y entrenamiento de tan ejemplares canes.

De ahí la importancia del legado de nuestro admirado Hui, quien, junto a Miroslava, se dieron a la tarea de asistir a foros, recintos legislativos, universidades, museos, organismos de derechos humanos, dependencias de gobierno y demás sitios importantes para alzar la voz enérgicamente e informar a la sociedad sobre la necesidad de respetar los derechos humanos de las personas con discapacidad psicosocial y usuarias de perros de asistencia.

Lo anterior es la mejor herencia de Hui: vencer el miedo en pro de la dignidad, manifestando más solidaridad, comprensión y empatía, que quienes se autodenominan seres humanos.

Gracias a este distinguido perrito por cumplir tan bien su misión, desinteresada, de dar vida, salud, tiempo, compañía, amistad y lo mejor de sí para los demás. Estoy segura de que, desde el inmenso infinito, allí en la estrella más brillante, está Hui, en paz, descansando y vigilante del diario acontecer de Miroslava, emocionado de sentir cómo se acelera su corazón cada vez que lo recuerda.


Aun cuando él partió, en tiempos de pandemia, eso no significa que la haya abandonado. Al contrario, cada vez es más fuerte su conexión con Miroslava. Sus corazones permanecen unidos por una mano y una pata, símbolo de la verdadera amistad.

Finalmente, sería interminable reseñar en unos cuántos párrafos la conexión entre Miroslava y Hui, ejemplo de perseverancia y de lucha para lograr un México donde verdaderamente sean respetados los derechos de las personas con discapacidad psicosocial y usuarias de perros de asistencia, reconociendo en su justa dimensión la extraordinaria labor de perritos como Hui. ¡Este es su gran legado!

Si quieres saber más de este binomio inigualable, te invito a consultar sus redes sociales:


Instagram: @ytdradio

Twitter: @ytdradio

Facebook: YTDRADIO

@angelesdecuatropatitas

Correo: ytradio@yahoo.com


Hasta la próxima.

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