Por Riley Capton (USA)
El reflector me siguió mientras daba mi última vuelta en la pista del Westminster Kennel Club durante el juzgamiento de jóvenes manejadores, bajo la jueza Valerie Nunes-Atkinson, con mi moña del cuarto lugar en mano. Las lágrimas rodaron por mis mejillas. Esta conquista no fue una victoria ordinaria, fue el crescendo de un increíble viaje de crecimiento y dedicación al deporte, un testimonio de salir de mi zona de confort y aprendiendo lo que significa ser una manejadora de mi raza: Russell Terrier. Era un éxito que demostró que podía lograr mis metas, mostrar mi crecimiento y perseguir mis sueños de convertirme en veterinaria, y la beca que gané en Westminster también tuvo una importante contribución para ayudarme a lograr ese objetivo.
Una vez que sobresales de la superficie, la competencia no se trata de las moñas y las grandes victorias; más bien se trata de dedicación, acondicionamiento, manejo y cuidado de los perros. Los competidores juveniles llegan a este deporte con varios grados de conocimiento y experiencia. Soy una competidora de primera generación. Para mí, y para muchos niños que comienzan a exhibir perros, la atracción original fueron las victorias y los títulos. Aunque es fácil volverse ciego por las victorias, las moñas no son el verdadero propósito del deporte. Los competidores, y el campo en su conjunto, se beneficiarían de mantener el enfoque en la verdadera esencia de lo que se trata el talento para las competencias: crecer como manejador de su raza.
Para ser honesta, acepto que al principio mi trayectoria tuvo más derrotas que victorias. Luché para ganar incluso mi categoría. Me desanimé. Estaba tan concentrada en ganar que no mejoraba mucho como manejadora. Sentí envidia de los niños y jóvenes mayores, y realmente no veía el sentido de competir en categorías juveniles cuando estaba perdiendo constantemente. Fue entonces cuando mi mentor, Bergit Coady-Kabel, compartió conmigo una lección vital en el deporte: no importa si ganas u obtienes títulos, lo que importa es que creas en ti misma y en la calidad de tu perro.
Este consejo cambió gradualmente mi mentalidad sobre el deporte. Empecé a llamar la atención de los manejadores profesionales. Amy Rutherford vio mi potencial, a pesar de mi falta de victorias. Ella me tomó bajo su ala y me enseñó muchas lecciones valiosas en el manejo, preparación y cuidado de una gran variedad de razas distintas. Ella siempre me animó a aprender, ayudándome a salir de mi zona de confort para hacerlo. Ella me dio perros desafiantes para arreglar y exhibir, mientras me guiaba para ganar confianza lentamente con su presentación. Su conocimiento como manejadora profesional fue uno de los mejores regalos que me hizo. Ella me enseñó que el ring no es un espacio para estar estático y permanecer en tu zona de confort. No es el momento de contentarse con ser el número uno. Es un espacio para crecer, para empujar los límites de tu equipo, para dejar el ring orgulloso de todo lo que pones y entrar en el siguiente un poco más sabio que en el anterior.
Mi triunfo como cuarto lugar en Westminster en competencia de niños y jóvenes manejadores no fue realmente una victoria ordinaria. No fue la bonita cinta/moña ni el foco lo que me tomó por sorpresa, sino mi reflexión sobre el crecimiento lo que me llevó a ese momento. Cuando era mucho más nueva en el deporte, llevé a un Soft Coated Wheaten Terrier muy activo. No estaba capacitada aún para manejar al perro y se notó desde el mismo momento en que entré al ring. Estaba avergonzada, decepcionada y tuve que excusarme del ring; simplemente no era seguro para mí continuar. La jueza en esa ocasión fue la Sra. Valerie Nunes-Atkinson. Me prometí ese día que la próxima vez que estuviera en su ring le mostraría cuánto más fuerte me había vuelto. La victoria de Westminster significó mucho para mí, ya que pude lograr mi objetivo personal y mostrarles a todos, especialmente a la jueza Valerie Nunes-Atkinson, lo lejos que había llegado.
No estaría ni cerca de la manejadora que hoy soy si no fuera por mis innumerables pérdidas, así como por la red de apoyos de la comunidad y los perros mismos, que me trajeron de regreso del más oscuro de los lugares. Criadores dedicados me otorgaron el conocimiento de su raza y la oportunidad de trabajar con sus perros. Los manejadores profesionales honorables me completaron como una manejadora de todas las razas y me enseñaron a entrenar, acondicionar y cuidar a cada raza distinta. Los clubes de razas me ofrecieron pequeñas becas y financiación para que pudiera dedicarme a mi pasión por las razas individuales y lograr mis objetivos en el Westminster Kennel Club. Cada club canino me ofreció la oportunidad de perfeccionar mis habilidades.
La exhibición de perros en pistas de competencia no se trata sólo de atraer a más jóvenes al deporte, sino también de mantenerlos involucrados y hacer que contribuyan en el futuro. Ahora tengo 20 años y soy jueza de niños y jóvenes manejadores, con la esperanza de causar una impresión duradera en los guías jóvenes de la forma en que otros tuvieron un gran impacto en mí. Espero inspirar a la generación futura y darles un modelo a seguir. Necesitamos alentar a los manejadores jóvenes y no enfocarnos en las peleas insignificantes por la moñas grandes y bonitas; sino en las formas en que las exposiciones caninas resaltan y preservan las razas y conducen a mejores programas de reproducción.
Los beneficios prácticos también son una forma crítica de atraer a los manejadores jóvenes. Ofrecer apoyos crea una meta que vale la pena para los niños y nos ayuda con nuestra educación. Caí en el deporte de mostrar perros de raza pura debido a mi pasión por los animales. Sabía que mi destino era convertirme en veterinaria. Apoyo de clubes caninos como Best California Junior de Sun Maid Kennel Club Competition y Westminster Kennel Club, quienes gentilmente ofrecieron becas para sus competencias, actualmente me están ayudando a cumplir ese destino.
Lo que podemos hacer para preservar este deporte, es continuar invirtiendo en nuestros jóvenes y en los programas juveniles de talento para las exposiciones. Las competencias juveniles deben ser gratuitas y ofrecer recompensas. Los manejadores y criadores profesionales involucrados que están abiertos y dispuestos a enseñar y transmitir sus años de experiencia dan vida al deporte. Estos profesionales que dan su apoyo son la columna vertebral de nuestros programas juveniles. Juntos, creamos una comunidad en torno a nuestra dedicación a la preservación de perros de raza pura y compartimos los conocimientos. Incluso ahora tengo mucho que aprender y estoy extremadamente agradecida con el manejador profesional mexicano, Gabriel Rangel, por continuar cultivando mi conocimiento y amor por los terriers, ya que espero algún día convertirme en una criadora de Russell Terrier de calidad.
Lo único que une a todos los competidores juveniles es nuestro amor por los perros de raza pura. Ese amor nos da un gran potencial para crecer y transformar el deporte. La inclusión, la pasión, la búsqueda del conocimiento y el desarrollo personal son todos los atributos que he adquirido a lo largo de mi tiempo como competidora juvenil. Todos los días espero dejar un impacto en el deporte y convertirme en una mejor manejadora, mejor criadora y mejor veterinaria en un futuro no muy lejano. Todo comenzó en las competencias juveniles. El viaje de cada manejador debe comenzar con un manejador apasionado y bien informado que nos acepte a los recién llegados y nos ayude a escalar niveles. La creciente pasión por las razas y por este deporte proviene de los clubes caninos de todo el mundo que alientan nuestro crecimiento. Lo que es más importante, proviene de la comunidad mundial de razas puras que desde el primer día cultivan la pasión y el crecimiento de cada manejador juvenil o del recién llegado al deporte.
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