Por: Benjamín Herrera González, Christian Guzmán Theoduloz y Maurizio Moretto
Resulta una experiencia sumamente impresionante el presenciar y atender el nacimiento de un nuevo ser vivo, en este caso el de un cachorro. Pero esta odisea inicia mucho tiempo atrás, desde el momento de seleccionar a los futuros padres y prepararlos para el apareamiento. Evento para el que ambos progenitores tendrán que estar previamente vacunados y desparasitados tanto interna como externamente, ya que de esta manera la madre transmitirá a sus cachorros (en las primeras 24 horas luego de ocurrido el nacimiento) una mayor cantidad de defensas a través de lo que comúnmente conocemos como calostro, generando así un mejor sistema inmunológico.
Las hembras tienen en promedio dos períodos de celo al año, y para saber cuánto dura el celo de una perrita primero hay que conocer cómo es su ciclo estral, período sexual de las canes en donde se preparan para ser fértiles.
El celo suele durar entre dos y cuatro semanas y se encuadra en el denominado ciclo estral. Durante este ciclo, tiene lugar la ovulación y se dan ciertos cambios físicos y conductuales en la hembra. Está compuesto por cuatro fases: proestro, estro, diestro y anestro.
Proestro: en esta fase las hembras incitarán a los machos con su olor, que se sentirán atraídos hacia ellas, pero como todavía no están preparadas, las perras rechazarán la cópula gruñendo, escapándose, esta fase puede durar aproximadamente nueve días.
Estro: esta es la fase del celo más identificable popularmente. Durante el estro llega la ovulación, son los días más fértiles, el mejor momento para la cópula. En la mayoría de las perras, los períodos más fecundos serán los comprendidos entre los días 11-15 después del comienzo del sangrado, pero esto puede variar en cada hembra, pudiendo presentarse hasta el día 21.
Diestro: este es el período que sigue al apareamiento. En esta fase la perra rechaza aparearse. Si la hembra está preñada, este ciclo termina con el parto.
Anestro: según la perra esta fase puede tener una duración muy distinta, entre dos y cinco meses. En este período del celo la perra no estará receptiva sexualmente y los machos no se interesarán por ella. Es la etapa en la que, si no está preñada, volverá al reposo o fase de anestro.
Para verificar que nuestra hembra haya quedado gestante, lo podemos comprobar mediante ultrasonido o ecografía a partir de los 30 días de la última monta o inseminación. De ser positivo este diagnóstico debemos considerar lo siguiente:
Primer mes:
Pocas modificaciones visibles.
Puede ser que durante la segunda o tercera semana disminuya el apetito de la perra.
Recién hacia el final del primer mes, las mamas aumentan su tamaño, se hacen turgentes (abultadas) y comienza a incrementarse el apetito progresivamente.
Hacia el día 35 sólo se desarrolla el 2 % de la masa fetal total, por lo que durante los primeros dos tercios de gestación, los requerimientos energéticos son similares a los del mantenimiento adulto.
Segundo mes:
El desarrollo mamario se vuelve más visible.
La aparición de la leche ocurre, en general, de 8 a 10 días antes del parto.
El vientre se redondea, pero el aumento de peso es más evidente en las últimas tres semanas de gestación.
Hacia el día 42 de gestación el feto crece intensamente, por lo cual los requerimientos energéticos de la madre empiezan a aumentar. Este aumento de tamaño de los fetos puede limitar el volumen del estómago y, por lo tanto, la cantidad de alimento que ingiere la madre. Por esta razón, es necesario darle un alimento rico en energía y fraccionar la ración en tres o cuatro porciones a lo largo del día. Existen alimentos especializados para esta etapa.
LA PARIDERA Y SUS CARACTERÍSTICAS
Tanto los cachorros como la madre deberán ser ubicados en una zona de la casa donde puedan estar sin ser molestados, resguardados del sol y la lluvia. El cuarto debe tener ventilación, pero sin corrientes de aire, con una temperatura templada agradable (20° aproximadamente).
En caso de que sea muy frío el cuarto, es recomendable poner un calentador eléctrico o botellas de agua tibia alrededor del nido y de preferencia evitar focos de luz amarilla, ya que pueden deshidratar a los cachorros.
La base del nido debe evitar el contacto con el piso, se puede utilizar cartón, tela que permita la absorción de líquidos, una transportadora de plástico, toallas, etc. y se deben cambiar o limpiar diariamente.
Debe estar bien delimitado, para que ningún cachorro pueda salirse del nido o quedar rezagado de la madre, ya que la baja de temperatura puede tener un desenlace mortal en cuestión de minutos.
Se sugiere que el interior del nido tenga un margen de 20 cm de ancho por 15 cm de altura para que proteja a los cachorros de un latente aplastamiento por parte de su madre.
NACIMIENTO
Los cachorros al nacer tienen una bolsa que los envuelve, es la placenta que los alimentó durante todo el tiempo que estuvieron dentro de la madre en la gestación; esta bolsa debe romperse, ya sea por la perra o por la persona que está auxiliando el parto. La placenta permanecerá unida al cachorro a través del cordón umbilical, al cual se le deberá hacer un nudo con un hilo de nylon a dos centímetros del abdomen del cachorro para que no sangre al cortarlo con tijeras, después habrá que desinfectarlo con yodo.
A los cachorros se les deben sacar las flemas para que puedan respirar, esto se realiza con una perilla de hule que se adquiere en cualquier farmacia, liberándolos hasta sacar por completo el líquido de la boca.
Se requiere secarlos con toallas limpias y secas, frotándolos en repetidas ocasiones para estimular al cachorro a respirar por cuenta propia. Esto puede demorar minutos, así que hay que tener paciencia y cuidado para atender a los cachorros rápidamente, conforme vayan naciendo.
Una vez que los cachorros estén secos y respirando normalmente, deben ser colocados con la madre para que tomen calostro, nosotros podemos ayudarles abriendo gentilmente la boca del cachorro y colocándola en un pezón de la perra y como reflejo natural el cachorro tomará la leche. Es natural que en segundos se suelten, pero conforme vayan pasando las horas, se irán haciendo cada vez más hábiles para enchufarse por sí solos.
Primera semana:
Los cachorros nacen ciegos y sordos, apenas se pueden deslizar para alimentarse, siguen la fuente de calor y son dependientes para poder orinar y defecar, a través del estímulo de la madre con lengüetazos. La madre se come todos los deshechos de los cachorros. En caso de que la madre no pueda estar con los cachorros, por cualquier razón, los propietarios deberán alimentar a los cachorros cada tres horas las 24 horas del día, con sustituto de leche para perro y estimular con un algodón húmedo para que los cachorros orinen y defequen.
Segunda semana:
En esta semana los cachorros tiene más movilidad, siguen siendo sordos y ciegos hasta el final de esta semana, aproximadamente al día 14 o 15 abren los ojos. Al igual que en la primera semana, deben ir ganando diariamente el 10 % de su peso al nacer; es decir, al día 10 de vida deberán pesar el doble de lo registrado al nacimiento; si pierden peso, estarán indicando un problema que de no resolverse rápido, podría repercutir en la muerte del cachorro. Al final de esta semana se puede iniciar con la primera desparasitación, tanto de los cachorros como de la madre, y continuar cada quince días hasta los tres meses de edad.
Tercera semana:
Ya con vista y oído incrementan el interés por su entorno cercano, empiezan a tener fuerza para dar algunos pasos moviéndose de aquí para allá dentro de su nido. El juego entre hermanos empieza a verse, siguen durmiendo por largos períodos de tiempo, al final de esta semana comienzan a salir los dientes y es momento de iniciar con su primer papilla, la cual deberá ser con base en un alimento de alta proteína (existen alimentos especializados para esta etapa), para lo cual se debe moler la croqueta y mezclarla con agua para formar la misma. Se deberán dar tres porciones repartidas en el día.
Cuarta semana:
Su desplazamiento lo realizan sin problema, pueden perseguir a la madre para comer una y otra vez, los juegos conforme pasa el tiempo son más intensos entre hermanos. Su entorno empieza a ser explorado a través de masticar cada objeto a su alcance, incluyendo la comida de mamá. En esta semana se deberá dejar progresivamente la papilla para dar paso a la croqueta sólida.
Quinta semana:
Una vez que los cachorros coman croquetas remojadas, entonces se deberán ir distanciado de la madre poco a poco, con el fin de que no la lastimen al tratar de tomar leche, además de ir obligándolos a comer cada vez más cantidades de croquetas, esto se puede hacer dejando a la madre toda la noche con la camada, sacándola en las mañanas, ponerla unas dos horas a medio día y nuevamente dejarla por la noche. En esta instancia, es importantísimo dejar agua fresca disponible todo el tiempo.
Sexta semana:
Los cachorros ya deben estar comiendo croquetas secas, agua limpia y completamente independientes de la madre.
En esta semana los cachorros deben tener mucha interacción con juguetes seguros para su edad. Se aplica un tercera desparasitación y se puede comenzar con el calendario de vacunación.
PARTIENDO HACIA SU NUEVO HOGAR
Los cachorros pueden ser entregados a su nuevo propietario una vez que sean completamente independientes, con alimento balanceado como su única dieta, con al menos cuatro desparasitaciones y dos o tres vacunas.
Al llegar a su nueva casa, los cachorros deben continuar con el mismo alimento al que estén acostumbrados y no podrán salir de casa, ni ser bañados ni estar en contacto con otros perros (incluyendo adultos vacunados) hasta no completar su calendario de vacunación.
Si pretende realizar un cambio de marca del alimento balanceado, le recomiendo que espere al menos quince días para realizarlo. Cuando se cambia el alimento del cachorro debe hacerse de una forma paulatina, aproximadamente en siete días, donde diariamente se irá incrementado el porcentaje de inclusión del nuevo alimento, con el fin de evitar que se presenten diarreas por cambios abruptos.
Normalmente los nuevos dueños quieren bañar a los cachorros, pero esto no es conveniente ya que el baño no es algo natural para el perro, por lo que se convierte en un evento de estrés que puede provocar la baja de las defensas y dejar desprotegido al cachorro ante diversas enfermedades. Además los cachorros no tienen un buen control de cambios de temperatura, por lo que pueden presentar problemas respiratorios. Para este problema existen baños en seco, con espuma, para retirar malos olores y mantener su pelaje limpio; el cepillado es conveniente realizarlo con frecuencia para que el cachorro se acostumbre. Otra opción de limpieza es utilizar un paño húmedo y pasarlo a contra pelo para retirar tierra y mugre lo más que se pueda.
Recuerda que un cachorro es un ser vivo que estará un largo período de su vida a tu lado, por lo que debes tener en cuenta que necesitará de mucho tiempo, cariño y atención, pero todo esto se verá gratificado con el amor incondicional que te brindará cada vez que esté junto a ti.
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